miércoles, 22 de abril de 2009

Vida y muerte en Marte


Hace veinte años se dio la noticia de que científicos estadounidenses observaban cambios de color en las rocas marcianas alrededor de la sonda Viking, probablemente debidos a actividad biológica, sin que se aclarara si se trataba de que los microorganismos de Marte estaban muriendo (la interpretación más posible) o cambiando su aspecto por la presencia de la cápsula terrestre o, viceversa, que organismos que pudiesen haber llegado de la Tierra en la Viking estuviesen medrando en el suelo de Marte. Luego de eso, los rusos agregaron otra pieza al rompecabezas.

Con base a datos proporcionados tanto por los viajes soviéticos como los norteamericanos, los astrobiólogos del Laboratorio para Biología Espacial de la Universidad de Moscú recrearon un ambiente marciano en la Tierra.

Cubrieron, con arena fina y lava, el piso de una cámara hermética, sacaron la mayor parte de la atmósfera y pusieron el resto a arremolinarse en tormentas artificiales. Las temperaturas dentro de la cámara oscilaban entre +20°C y -60°C, mientras la acosaban desde afuera rayos X y radiación ultravioleta.

Los investigadores introdujeron varias formas de vida terrestre en este Marte artificial. Los pájaros y mamíferos se extinguieron en unos cuantos segundos. Las tortugas sobrevivieron hasta seis horas, y las ranas y los sapos, hasta veinticinco. Varias especies de insectos perduraron por semanas. Avena, frijoles y centeno germinaron y crecieron, pero ninguno pudo reproducirse.

Los más interesante es que muchas de las formas más primitivas de vida, sin embargo, se adaptaron fácilmente a las duras condiciones. Los hongos, el liquen, las algas y los musgos crecieron y se multiplicaron a una velocidad normal.

Aunque el experimento no prueba que existe vida en Marte, sí demuestra que la vida —basada en carbono, como nosotros la conocemos— es posible en Marte. Y hay más implicaciones.

De estos sucesos surgió la corriente más fuerte de los "terraformadores", que piensan modificar Marte y hacerlo más cómodo para nuestra biología mediante la siembra de una selección de organismos terrestres capaces de adaptarse. Se podría establecer una ecología primitiva en Marte, que fijaría el carbono en el suelo y soltaría oxígeno a la atmósfera. Esto, a su vez, nos permitiría introducir formas de vida cada vez más complejas, para finalmente dar un color verde al planeta rojo.

Por cierto, son planes muy ambiciosos, pero los científicos consideran ya que la "terraformación" es posible.

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